Una Mujer
A los 77 años, el 14 de Septiembre del presente año, Oriana Fallaci fallece en su natal y querida Florencia luego de casi 15 años de "lucha" contra el cáncer de mama. Digo "lucha" por la mixtificación bélica a la que se ha sometido el lenguaje médico denunciado por Susan Sontag en su libro "La enfermedad y sus metáforas": como si la enfermedad y la salud fueran dos estados contradictorios en constante pugna y no dos condiciones naturales en la vida humana: en palabras de Sontag: dos ciudadanías, sólo que una más cara y oscura: la enfermedad como la ciudadanía oscura de la vida. Hago la aclaración porque el día de la muerte de Sontag, hace ya dos años, lo primero que publicaron los diarios fue: "Y Sontag finalmente perdió la lucha contra el cáncer" A todos nos cogió por sorpresa la muerte de esa hermosa mujer llamada Susan Sontag, como ahora a todos nos coge por sorpresa la muerte de esa otra bella: Oriana Fallaci: seguramente, la última política de nuestros tiempos. En especial nos cogió por sorpresa la muerte de Sontag a aquellos que la vimos, tan radiante y enérgica, en el 2003, denunciando lo patético y ridículo que resultaba Gabriel García Márquez guardando silencio respecto las violaciones a los derechos humanos a disidentes ocurridas en Cuba de las que tenía perfecto conocimiento. "Acerca de Cuba, García Márquez calou cousas que sabe e por iso non foi honesto'', dixo Sontag. El GRAN ESCRITOR COLOMBIANO GANADOR DE NOBEL Y PRO-CAUSA FIDELISTA respondió que las acusaciones de Sontag se debían al interés anacrónico de Estados Unidos para invadir a Cuba. Lo que olvidó EL GRAN ESCRITOR COLOMBIANO GANADOR DE NOBEL Y PRO CAUSA REVOLUCIONARIA FIDELISTA fue que precisamente Sontag fue de las primeras en figurar entre las listas de personas non-gratas del gobierno Bush. Seguramente el mayúsculo GARCIA MÁRQUEZ fue de los que pensó: pobre perra Sontag, finalmente la "venció" el cáncer. Así como muchos de los escandalizados "humanistas" ante las recientes posiciones de Fallaci en libros como "La rabia y el orgullo" o "La fuerza y la razón" dirían: finalmente la mató ese cáncer por albergar tanto odio en su corazón. Porque los avanzados humanistas de alguna manera creen que la mente tiene propiedades esotéricas que se acogen en lugares del cuerpo en que los "malos pensamientos" hacen metástasis y desarrollan cáncer. En este sentido moral -moral de resentimiento como diría Nietzsche- el cáncer ha sido el justo castigo de la gran boca de las dos grandes perras de finales de siglo XX. Para los que nos duele la partida de estas escritoras solamente nos resta el sentido de gratitud por sus obras, sus vidas y sus pensamientos, ambos iguales de radicales, apasionados y comprometidos. Susan Sontag, en palabras de su hijo David Rieff, siempre fue una "aristócrata del pensamiento": extraño calificativo al coincidir con casi las mismas palabras que Sontag en Estilos Radicales califica a Ciorán en su ensayo sobre "sobre la tentación de existir". Por otra parte, Oriana Fallaci, siempre representó la parte más íntegra del periodismo, hasta el punto de ser catalogada: la guerrillera del periodismo....